Manzanas Embrujadas: Elixir Dulce de Halloween

Arranca los tallos de las manzanas como si extrajeras un oscuro secreto, y clava el extremo afilado de cada rama o palo de helado en el corazón de la fruta, asegurándote de que quede bien sujeto… como si de un ritual siniestro se tratara. Prepara la escena sobre una tabla de madera, cubriéndola con un gran trozo de papel de hornear, como el sudario de las víctimas que están por venir.

En un caldero, vierte el azúcar junto con el zumo de limón y el agua, como si estuvieras preparando una poción maldita. Lleva la mezcla a ebullición, permitiendo que el azúcar se disuelva lentamente. Con movimientos suaves, deja que el caramelo burbujee y retuerza su dulzura sin revolver, mientras añades el jarabe dorado, que transforma la mezcla en una sustancia mortal. Deja que hierva hasta alcanzar la temperatura de «quebradizo» o 150 °C, el punto exacto para atrapar almas desprevenidas. Si no tienes un termómetro, lanza una gota del brebaje en agua fría… si se endurece de inmediato, sabrás que tu poción está lista. Añade unas gotas de colorante alimentario como si invocaras magia oscura y apaga el fuego tras mezclar todo con la brillantez del inframundo.

Con rapidez diabólica, sumerge cada manzana en el caldero embrujado, cubriéndola por completo con el caramelo encantado. Deja que el exceso se escurra como el último aliento de tus víctimas antes de colocarlas sobre el sudario de papel. Repite el hechizo con las manzanas restantes, recalienta el toffee si es necesario. Estas delicias deben ser devoradas el mismo día, antes de que la maldición expire.